Este escrito de índole narrativo, en primera persona y con carga poética, es el resultado de una investigación sobre el dibujo de Louise Bourgeois. Bourgeois fue una artista francesa nacionalizada estadounidense quien desarrolló un idioma esencialmente psicoanalítico en el transcurso de su carrera. Bourgeois, una de las artistas más influyentes del arte moderno y contemporáneo, desarrolló una relación ambivalente
y compleja con el psicoanálisis a través de una amplia gama de sustratos, materiales y formas, siendo reconocida sobre todo por sus instalaciones y esculturas de gran
escala. Hace mucho que la obra de Louise Bourgeois llegó a mi vida y se desbordó de lo académico, ayudándome a encaminar mi búsqueda personal y artística. Anteriormente había estudiado su obra, sobre todo por su relación con el psicoanálisis. Esta vez,
mi aproximación a su trabajo parte desde lo pragmático y no lo conceptual. Ahora investigo la práctica del dibujo, del que no se sabe demasiado aún sobre esta artista. Los dibujos de Bourgeois son imágenes de la mente, de la vida interna. Por muchos años Bourgeois acumuló y rellenó un sin fin de libretas, cuadernos y diarios, combinando y hermanando a la escritura con el dibujo. Curiosamente, es esta la parte menos conocida de su práctica artística. Al comenzar esta investigación esperaba encontrar respuestas de índole técnica que suponía me ayudarían a situar al dibujo entre el arte y la ilustración, o quizás ubicarlo en la línea de tiempo de la vida de esta artista que tanto interés me causa. En la biblioteca, ante mi cuaderno, y pensando
en los de Louise, caí en cuenta que las hojas blancas encoladas son un espacio desde donde la artista reflexionaba.Un espacio de libertad, de dejar surgir, fluir, crear. Sus cuadernos eran su espacio propio. Su espacio para tener libertad, incluso de sí misma.